Si estás pensando en emprender o ya estás al frente de una empresa puede que en algún momento te hayas preguntado ¿para qué necesito un plan de negocio?
En realidad, si analizamos en detalle en qué consiste un plan, podemos darnos cuentas de que este siempre es necesario en cualquier ámbito de la vida, sea cual sea el objetivo que nos hayamos planteado.
Cuando queremos hacer algo, lo primero que pensamos, más o menos en general, es:
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¿Qué queremos?
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¿Para cuándo lo queremos?
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¿Cómo lo vamos a hacer?
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¿Qué recursos necesitamos para lograr lo que queremos y cómo vamos a conseguir esos recursos?
Cuando hagamos esta reflexión nos daremos cuenta si efectivamente podemos lograrlo, cuáles son las dificultades que vamos a tener y cómo las vamos a resolver. O, por el contrario, si no tenemos oportunidades para lograr lo que queremos.
Lo mismo pasa si queremos emprender un negocio. Debemos tener claramente definido todos los puntos enumerados anteriormente y quizás algunos más.
El documento que obtengamos recibe el nombre de plan de negocio. Un plan de negocio es un documento que indica de manera explícita qué queremos y cómo lo vamos a hacer.
Y de cierta manera, nos deja ver la factibilidad de nuestro proyecto o de nuestra empresa.
En ese documento indicaremos, por ejemplo:
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Un resumen ejecutivo de nuestro proyecto (negocio)
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La visión y misión del proyecto
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Los puntos clave de nuestra estrategia
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Una descripción general de nuestro plan
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Una evaluación macroeconómica del ambiente donde se desarrollará nuestro proyecto y el análisis de mercado
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La organización, el personal y la estructura que tendremos para llevar a cabo nuestro proyecto
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La estrategia de operación
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Cuáles serán nuestros indicadores y qué valores tendrán durante la vida de nuestro proyecto
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La evaluación financiera del proyecto
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Una descripción de la seguridad y la salud ocupacional durante el desarrollo del proyecto
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Una descripción de nuestra política ambiental (cómo manejaremos nuestra relación con el medio ambiente y cómo cumpliremos las leyes medioambientales)
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Cómo manejaremos las relaciones con nuestros “stakeholders” (proveedores, vecinos, comunidad, autoridades locales y gubernamentales, etc.)
Todos estos puntos deben responder preguntas como:
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¿En qué consiste nuestro proyecto?
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¿Es técnicamente factible?
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¿Resulta financieramente viable?
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¿Cuánta gente necesitaremos y cómo vamos a organizarnos?
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¿Cuál es nuestro mercado y cuánta participación tendremos?
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¿Cómo será la evolución de nuestros indicadores durante la vida del proyecto?
Y varias preguntas más. Aunque quizás no todos los proyectos necesiten un análisis tan exhaustivo, es bueno cubrir todos esos puntos. Al hacerlo, tendremos una idea bastante aproximada sobre las dificultades y posibilidades que tendremos al emprender nuestro proyecto.
Además, un plan de negocio nos facilitará la obtención de financiación para nuestro proyecto, nos ayudará a conseguir socios para que inviertan con nosotros y nos facilitará nuestra gestión, al tener puntos de referencia para saber cómo nos va en función de lo que hemos planificado.
En otras palabras, nos sirve para tener control sobre nuestras actividades y metas.
Aunque tener un plan de negocio no garantiza que nuestro proyecto será exitoso, no cabe duda de que es una herramienta importante para poder llevar a cabo nuestros planes de una manera ordenada y organizada, sabiendo cuáles son nuestras desviaciones de acuerdo a ese plan y qué tan graves son, permitiéndonos tomar las acciones adecuadas para cumplir nuestros objetivos.
Fuente: Ficprem