Si tienes una idea de negocio es posible que tengas un proyecto que en un periodo de tiempo pueda originar una nueva startup con el objetivo de consolidarse. Encontrar formas de empezar ya es otra cosa. Es lo que viene demandando el tejido empresarial español en los últimos años. Ese que se ha alineado con Europa en cuanto a financiación y que sin duda tiene que ver con estas empresas emergentes. En 2021 el volumen de inversión en España se ha cuadriplicado con respecto a 2020 hasta alcanzar los 4.300 millones de euros, según el informe anual del Observatorio de Startups en la península.
Desde luego que a día de hoy el concepto de startup es uno de los primeros que se le pueden venir a la cabeza a un emprendedor que está pensando en iniciar un proyecto por su propia cuenta. Pero para poder darles una vida duradera se necesita de las herramientas necesarias, y sobre todo de una inversión importante. Eso que a veces no llega y que deja grandes ideas por el camino, pero que no sentencia a todas. Algunas consiguen salir a flote gracias a golpes de suerte y a historias especialmente rocambolescas y en las que nos queremos centrar.
El caso de Bloomnation
¿Eres una de esas personas que tiene nociones básicas del poker? En ese caso vas a entender a la perfección el caso de Bloomnation y de como David Daneshgard tuvo la osadía, o valentía, de jugarse el escaso capital inicial del que disponían él y sus colegas en un torneo de este juego de naipes. Y es que el fundador sabía de sobra lo que hacía porque ya conocía el poker de cerca y lo jugaba habitualmente. No obstante, ser el mejor de un torneo no está al alcance de cualquiera. Él lo consiguió para hacer despegar su negocio y convertirse en toda una referencia en la industria floral.
De apenas 20$ pasaron a ganar 30.000$. Lo suficiente para despegar con una plataforma que pone en contacto a clientes y floristas, que se va a expandir al extranjero creando su propia app y que ha recaudado ya más de siete millones en capital de riesgo. Todo gracias al poker.
El caso de Airbnb
Si te gusta viajar seguro que has explorado la plataforma de Airbnb alguna vez. Entre otras cosas porque reúne la fama de ser uno de los lugares donde se pueden conseguir alojamientos más baratos. Después de unos comienzos complicados donde tuvieron que relanzar la marca en varias oportunidades con intentos de inversión fallidos, ahora operan en 191 países del mundo, en unas 65.000 ciudades y habiendo hospedado a más de 200 millones de personas.
El cambio ha sido brutal, pero para ello los diseñadores Brian Chesky y Joe Gebbia tuvieron que empezar comprando tres colchones hinchables y arrendarlos en su piso en San Francisco, en el cual les habían subido el alquiler un 25% tras la crisis de 2007. Se aprovecharon de que una convección de diseño se celebraba por entonces en la ciudad y llegaron a recaudar 1.000$ en muy poco tiempo, además de obtener una futura idea de negocio.
El caso de Buffer
Joel Gascoigne y Leo Widrich no olvidarán jamás el día en que fueron hackeados. Ambos habían creado una aplicación en Birmingham en 2010 por la cual los usuarios de Twitter y Facebook podían administrar sus publicaciones y programarlas para que fueran continuadas en el tiempo y que así generaran mayor interés entre sus seguidores. Pero a los pocos meses de poner en práctica su gran idea sufrieron un gran golpe.
En poco tiempo habían conseguido grandes números, pero se vieron obligados a cesar su actividad y tratar de recuperar los datos de sus clientes. No obstante, eso solo les reforzó porque terminaron despegando de nuevo a pesar de realizar varios traslados de forma bastante random de la oficina central de la empresa. Desde Hong Kong hasta San Francisco y pasando por Tel Aviv. Después de aquello Buffer se consolidó en Estados Unidos en un mercado donde se ha destapado una competencia importante.
El caso de Endomondo
Para los amantes del running y de las actividades deportivas, Endomondo supuso una solución fantástica para que los usuarios midieran el ritmo, la velocidad y el esfuerzo realizado en un entrenamiento en tiempo real. Hasta que en 2020 terminó echando el cierre. Tal fue su éxito que en 2015 la marca de ropa Under Armour la compró por 85 millones de dólares y convirtió a Mette Lykke en millonaria.
¿Cómo surgió la idea de la danesa? Lo cierto es que ya la tenía en la cabeza cuando trabajaba en consultoría y deseaba dar un giro radical a su vida. Pero todo se precipitó cuando en pleno Nueva York se le acercó un desconocido por la calle y le entregó un folleto que le invitaba a perseguir sus sueños. Lykke confesó que para ella eso fue una señal y que a partir de ahí se lanzó al vacío.
El caso de El Cosmonauta
Y el ejemplo de la película “El Cosmonauta” se puede categorizar como el de uno entre un millón. Una película que pretendía ser un cortometraje, pero que se terminó convirtiendo en un film exitoso con más de 5.000 inversores que ayudaron a que se terminara rodando. En 2009 el concepto de crowdfunding ni si quiera existía y aun así el director Nicolás Alcalá desarrolló una plataforma para que los interesados ayudaran a sacar su proyecto cinematográfico adelante.
Lo hizo a través de entregar merchandising sobre la película a todos aquellos que decidían aportar, además de asegurarles pequeños beneficios. Al principio solo pretendían financiar un primer viaje a Letonia de una parte del rodaje, pero finalmente optaron por algo a mayor escala. Y terminó saliendo adelante.