El incremento en México de apoyos gubernamentales –que para este año incluyen los $9,377 millones del Fondo Nacional Emprendedor– y del número de empresas de alto impacto en los últimos años ha inaugurado una época prometedora para aquellos que buscan en el autoempleo y el emprendedurismo alternativas a la ocupación laboral.
Una posibilidad seductora para recién egresados o jóvenes en busca de su primer trabajo, si se toma en cuenta que desde 2008 cada año arranca con menos de 100,000 contrataciones de trabajadores en el país, lo que conduce a que entre tres y cuatro egresados universitarios compitan por una misma vacante, explica Jorge Herbert, vicepresidente nacional deAsuntos Nacionales de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y también presidente del Consejo de Seguimiento de Políticas Públicas Juveniles.
Para Luis Barrios, fundador y director general de The Pool, centro de emprendimiento y coworking ubicado en la Ciudad de México, este fenómeno se suma al hecho de que “hay una generación que ya sale de las universidades sin ganas de formar parte de un corporativo, con la firme intención de vivir de lo que le apasiona”.
Dadas las circunstancias del país, trabajar no es opción viable. LaOrganización Internacional del Trabajo (OIT) destaca que al cierre de 2012 más de 1.3 millones de mexicanos de entre 14 y 29 años carecían de trabajo, lo que representa 52.5% del total de desempleados en el país.
Peor aún: aquellos que sí cuentan con un puesto no siempre están bien remunerados. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indica que México cuenta con un 40.3% de empleados sobrecalificados profesionalmente.
Además, según un estudio realizado en 2010 por la Subsecretaría de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública (SEP), del total de jóvenes que laboran, cerca de 50% percibe de uno a tres salarios mínimos, 14.5% gana menos de uno, y sólo al 11.7% le pagan más de cinco. “Trabajar para alguien no basta para mejorar la realidad del país”, señala Greta Ríos Téllez, directora general de la agrupación Ollín, Jóvenes en Movimiento.
Como explica la experta, la independencia económica como leitmotiv puede propiciar que los jóvenes generen empleos de calidad para sí mismos y otras personas… incluso para las siguientes generaciones. “En lugar de esperar a que las instituciones gubernamentales hagan algo, nosotros mismos podemos dar ese salto para estimular la mejora del ambiente económico”, agrega.
Sin embargo, también existen dificultades para fomentar el emprendedurismo entre la población menor a 30 años de México. Una de las razones está en la falta de formación en negocios y de experiencia en áreas como administración, finanzas o recursos humanos por parte de los recién egresados. “La realidad es que esto se gana a través de la cercanía con el mundo corporativo, con la vida laboral en las empresas grandes, al interior de las industrias”, añade Herbert.
La salida está en la capacitación en habilidades emprendedoras, a través de la creciente oferta de incubadoras, aceleradoras y otras propuestas. “Y sobre todo si las propias instituciones que diseñan iniciativas para mejorar la situación económica permiten la participación directa de los jóvenes en sus proyectos de desarrollo”, agrega Ríos Téllez.
A decir de José Alberto González, director del Centro de Incubación de Empresas de Base Tecnológica del Instituto Politécnico Nacional (Ciebt-IPN), se ha logrado un avance importante en materia económica para los emprendedores. “A finales del 2003 e inicios del 2004, el gobierno federal fomenta la madurez del ámbito empresarial en todos sus niveles”, explica.
“A partir de esa fecha se ha fortalecido, sobre todo, la formación de empresas en México, con la finalidad de tener más y mejores emprendedores y en consecuencia la inserción de mayor conocimiento especializado para llegar a la innovación de la mano de la productividad, particularmente entre los más susceptibles de formación: los jóvenes”.
Sin embargo, González cree que aún no se ha concretado el apoyo en industrias de base tecnológica y creativa, donde –dadas las particularidades de México– existen más posibilidades de crear empresas de alto impacto y crecimiento a largo plazo.
“A pesar de que las etapas de más alto riesgo en la creación de valor tienen que ver con el desarrollo tecnológico, el capital intelectual, la validación técnica y comercial, las convocatorias y políticas gubernamentales carecen de empatía con la creatividad de quienes apenas se están formando en áreas de ingeniería, mecatrónica o diseño. Hace falta crear puntos de apoyo para que estos emprendimientos concreten su desarrollo y comercialización sin caer en excesos que responden a modas como el comercio electrónico, no a la verdadera innovación”, insiste el académico.
La falta de conocimiento de estos ámbitos, así como de criterios de evaluación, no sólo medra en industrias concretas. Ríos Téllez, de Ollín, opina que sí hay calidad de recursos y menos trabas administrativas para captar apoyos, pero poca claridad y madurez en la forma en la que se comunica y distribuye el capital a distintos grupos sociales susceptibles de incorporarse a la vida emprendedora.
“Se habla mucho de capacitación, pero hay que transformar el conocimiento en valor y a su vez en productos y servicios, justo lo que un joven puede hacer a temprana edad, cuando no tiene tantas responsabilidades personales y desconoce cómo llevar a buen término una idea de negocio”, agrega José Gálvez, fundador y director general de la startup digital Venddo y mentor en la aceleradora de negocios Startups Temple.
“Más que cambiar políticas hay que acercarse a las ya existentes para el fomento de empresas de nueva creación”, puntualiza Barrios. “Pero también faltan incentivos y apertura de la banca al otorgar préstamos, incluso más que financiar a través de fondos ángeles o fondos de inversión”.
El ecosistema actual de apoyo a emprendedores está compuesto de universidades, incubadoras, aceleradoras, fondos de capital y el propio gobierno. “El problema es que algunas instituciones públicas insisten en cierto protagonismo que hace creer a algunos empresarios que ellas están obligadas a darles dinero, en lugar de buscar obtenerlo directamente de los clientes”, dice Barrios. “Eso no ayuda al ecosistema, sólo lo confunde”.
Los expertos entrevistados coinciden en que el mejor ejemplo lo da siempre un emprendedor, ya que es él quien ha vivido la experiencia real de abrir un negocio, con éxitos y fracasos incluidos.
Gálvez cree que lo ideal es entonces contar con una red de emprendedores seriales que trabajen de cerca con los programas federales y privados –como sucede en Estados Unidos– en tanto líderes para impulsar el emprendimiento. “Es un tema cultural: ¿quieres un buen ecosistema de emprendimiento?, empújalo a través de emprendedores y aprovecha su experiencia personal”, remata Herbert, de Coparmex.
A juicio de Felipe Silva, vicepresidente comercial en México de DHL –que recientemente realizó un estudio sobre perspectivas de las MiPymes mexicanas–, el gobierno debe ser tan sólo un eslabón más dentro del ecosistema emprendedor, pues en realidad las empresas nacionales de nueva creación han demostrado tener a agentes lo suficientemente preparados para desarrollar plataformas que las catapulten.
El reto educativo
A decir de González, del IPN, en las universidades, particularmente aquellas que están adoptando una cultura emprendedora, hay que fomentar que se aterrice la teoría con la práctica.
“El reto: proveer a nuestros profesionistas de herramientas aplicables y moldeables a sus necesidades específicas”. “Las universidades aún insisten en vincular a los jóvenes para que tengan sus primeras prácticas profesionales, sin embargo valdría la pena explorar otras dinámicas exitosas”, añade Herbert.
En Suecia, por ejemplo, el 90% de las materias a nivel profesional se estudian dentro de una empresa, misma que permite trabajar las materias curriculares y estimula que las tesis de titulación sean casos prácticos.
“Este balance teoríapráctica optimiza la comunicación entre instituciones educativas y el sector privado, algo que el sector privado en México aún no trasmite y la educación no asume”, agrega Barrios.
Herbert, de Coparmex, y Ríos Téllez, de Ollín, afirman que hay que superar el prejuicio de que si no eres universitario tienes desventaja laboral, “sobre todo en un país que carece de condiciones para que todas las personas asistan a la universidad”, dice Ríos Téllez.
“Faltan opciones de educación técnica y creativa alternativa para salir del esquema de estudio, gano un título y trabajo en oficina todo el día. Una persona no tiene por qué pasar 15 años de educación para tener profesión y ser exitoso; ya no es suficiente y se evidencia con cada nueva generación que se incorpora a las actividades económicas”.
A pesar de las carencias en la formación emprendedora a temprana edad, ya existen iniciativas para fomentar lo más importante antes de ingresar al mundo de los negocios: la educación financiera.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros(Condusef) y la Secretaría de Educación Pública (SEP), lanzaron las primeras Guías de Educación Financiera para los maestros de Secundaria, donde ya se abordan temas vinculados con el sistema financiero mexicano en su integridad.
“¿Qué mejor manera de facilitar un futuro mejor para los jóvenes?”, finaliza Herbert.
Fuente: Soyentrepreneur