A veces me pregunto cómo podemos ser tan idiotas. Como humanos -no siempre personas coherentes- somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de recibir en nuestros oídos justo lo que queremos oír rechazando como un autómata sistemáticamente todo lo que pese a que sabemos que es una realidad, no nos gustaría escuchar.
Ahora que la mayestática roja ha perdido la Copa Confederaciones, el sector político está fino entre ERE’s, conseguidores, Bárcenas está poniendo en jaque a la que antes era su casa desde su celda, el presupuesto del CSIC agonizando y además hace calor (cualquier excusa es buena), el mundo del emprendedor / emprendimiento / emprendedurismo / emprendedurísimo / emprehundimiento… (qué ridículo me siento), rebrota de nuevo como el elixir social, pese a lo rancio por lo prostituido que se encuentra.
Quizá esta acepción le parezca relajante, pero les pediré que hagan el ejercicio sencillo de pensar el destino de un elixir bucal después de darle uso, literalmente….