Jóvenes e inexpertos; profesionales con empresas en proceso de expansión; emprendedores con ideas innovadoras que consiguen la confianza de un grupo de inversores a través del crowdfunding; o autónomos que se hacen con algún préstamo blando de una entidad financiera. Cada uno apuesta por una vía para levantar capital que les hace distintos, también a ojos del accionista.
La financiación es la gasolina de las empresas. Se quiera o no, es esencial para la puesta en marcha, rodaje y posterior desarrollo de cualquier negocio. Sin embargo, conseguirla es el gran caballo de batalla de todo proyecto emprendedor. Para Eduardo López-Agós, responsable de Emprendimiento de Augeo Consulting Group, «en esta tarea las prisas no son buenas y antes de lanzarse a pedir dinero conviene pararse a pensar en cuál es nuestro modelo de negocio y qué necesitamos realmente.
Esa reflexión puede evitarnos más de un disgusto, y ayudará a dirigir nuestros pasos hacia el tipo de financiación que mejor se ajuste a nuestro proyecto». Lo fundamental es asumir que la naturaleza de la financiación dependerá de la fase en la que se encuentre cada proyecto, dice Carlos Ramos, director de relaciones institucionales y desarrollo de negocios de Avalmadrid, que también defiende que la agilidad del empresario para buscar apoyo determinará el éxito y viabilidad de su compañía.
Esta manera de actuar y trabajar también permite definir el tipo de emprendedor que está al frente de la iniciativa. Algo que los responsables de los recursos financieros miran con lupa.
Recursos propios
Es lo que se conoce en inglés por friends, fools and family. Ahorros del propio emprendedor y aportaciones, normalmente a fondo perdido, que le facilitan desde su círculo más cercano.
El tipo de empresario que comienza de esta forma suele ser joven e inexperto. Es aquel que apuesta por proyectos pequeños, muchos de ellos centrados en el mercado online, y con estructuras sencillas. Aunque éste es el arquetipo de emprendedor que opta por este formato de financiación, Félix Aguado, presidente de Augeo Consulting Group, recuerda que no es el único. Es más, «es inevitable pasar por las tres ‘F’ cuando se arranca un proyecto, porque cuando una idea está en génesis es casi imposible que un inversor crea en ti cuando los que están a tu alrededor no lo hacen».