El entorno físico de un puesto de trabajo influye considerablemente en el rendimiento final del empleado, es decir, cuanto más a gusto esté en la oficina, más productivo será el día a día.
Al igual que nos preocupamos por la decoración de nuestra casa en general o de nuestro cuarto en particular, también deberíamos hacerlo por el lugar donde pasemos la jornada laboral, que es la mayor parte del día. Estar en un sitio con un mobiliario adecuado, donde todo esté limpio y ordenado favorecerá nuestro estado de ánimo, las ganas de comenzar las tareas, la capacidad de atención, la creatividad e, incluso, nuestra salud, ya que a todos nos ha pasado alguna vez que hemos sufrido pequeños ataques de estrés porque no encontrábamos un documento muy importante porque nada está colocado donde debería.
Por ello, debemos tener algunas ideas de orden claras. En primer lugar, hay que crear espacios distintos que diferencien las actividades del trabajo, ya que en algunos momentos necesitaremos calma para concentrarnos y, por el contrario, en otros buscaremos la comunicación en grupo o con clientes. En segundo lugar, debemos contar con buenas sillas de oficina, ya que aparte de sentirnos cómodos, debemos ahorrar los dolores musculares y de espalda a favor de las buenas posturas.
Nuestra oficina debe ser un espacio totalmente personalizado, es decir, con un diseño propio que nos haga sentir totalmente confortables.
Para ello, podemos decorar las paredes con alguna pegatina o una frase motivadora que siempre nos haya gustado. Asimismo, podemos poner en nuestra mesa algunas fotos de nuestros mejores recuerdos. Sin embargo, no debemos abusar de estos elementos porque en algunos casos podrían hasta distraer nuestra atención.
Siempre que sea posible aprovecharemos la luz natural, ya que ayuda a que nos sintamos más animados. Además, la luz artificial aumenta la sensación de cansancio y produce fatiga visual. También, en este aspecto, es importante destacar que los mejores colores para la decoración son aquellos que reflejen la luz y la aumenten.
Hay que escogerlos con cuidado porque forman gran parte de la imagen corporativa de la empresa y nos influyen emocionalmente, favoreciendo nuestra actividad cerebral. Por ejemplo, el blanca da sensación de amplitud y modernidad; el azul inspira confianza, pero al ser un color frío se recomienda combinarlo con uno cálido; el amarillo es el color de la inspiración y ayuda a la concentración, a la creatividad y a la comunicación.
Aparte de la decoración, es verdaderamente imprescindible mantener la oficina limpia y ordenada para encontrar las cosas más fácilmente y ordenar el caos. La limpieza también incluye tener un aroma agradable que nos relaje o estimule; la lavanda, por ejemplo, crea un ambiente tranquilo.
Por otro lado, debemos controlar la temperatura, ya que el frío y el calor excesivos producen malestar. Lo adecuado es mantener unos 23-26 grados en verano o 20-24 en invierno.
Por último, el toque final es poner un poco de verde para reducir la sensación de estar encerrado: una planta será buena compañera de trabajo ya que purifica el aire.